«Dime, ¿qué ves tú en mi cocina?
Te diré lo que veo yo:
Dos botellas de vodka, dos de mojito,
otras dos de ron y otro par de ginebra. Tres bolsas de doritos, tres de pipas
tijuana, un tarro de helado de tarta de queso y otro de brownie de chocolate. ¡Divinísimos
todos! Chocolatinas snickers: cinco. Chocolatinas twix: cinco. Chocolatinas
mars: cinco. Todas en packs de oferta. Una bolsa de nubes de chocolate y otra
de ositos de gominola. Las dos de un kilo y de lo más apetitosas.
¿Que si voy a montar un pic-nic de
medianoche con la peña?
Pues no. Lamento desilusionarte; me lo
voy a comer todo yo solita.
No, lo reconozco: no es una dieta muy
saludable.
¿Y a quién le importa?
A mí no, desde luego.
Soy una feliz treintañera con la inmensa
fortuna de un metabolismo rápido que todo lo quema; además soy ciclista. Si
vives en Amsterdam solo tienes dos opciones: ir a pie o en bici. Yo prefiero la
bici porque pedalear es sexy y se hacen amigos. O eso cuenta la vieja leyenda
urbana. En realidad, yo pedaleo porque me ayuda a mantenerme en forma, y porque
los fines de semana, cuando no trabajo, paso dieciséis horas delante de un
ordenador. Duermo una media de cuatro horas al día, a veces incluso menos, y
las otras cuatro que me quedan las gasto follando (cuando hay suerte) o
zapeando en el sofá, o tomando copas en el Barrio Rojo.
¿Por qué tantas horas delante de una
pantalla?
Soy adicta al chat. ¡Hala, ya lo he dicho!
Y también a las redes sociales.»
Aquí la tenéis: la primera página de CHEI, mi nuevo romance lésbico para 2017. Sí, lo sé, debería haber salido ya a la venta, pero después de un verano caótico tratando de ultimar otros proyectos que en principio iban a publicarse antes, al final he retomado la historia de Frankie y Gigi y durante este mes de octubre me he propuesto terminarla con el final (feliz) que se merece.
Es un romance actual, ambientado entre Glasgow y Amsterdam, donde viven las protagonistas, con un toque de humor, una pizca de drama, alguna escenita subida de tono y mucho, mucho Amor. Es una novela corta, escrita en primera persona, y con un lenguaje claro y fluido (o al menos esa es mi intención).
La propuesta para escribir esta historia me la hicieron llegar en abril del año pasado, y como habéis visto me lo he tomado con mucha (demasiada) calma. Ocurre que desde primeros de año y por asuntos personales y familiares, me cuesta un mundo meterme en mis historias de ficción, empatizar con mis personajes y sus historias; a causa de esto, este año he empezado varios proyectos, pero siempre acababa estancándome a la mitad, como si no encontrara el camino por dónde continuar mi andadura. Pero este es mi mes, se acabaron las excusas, los retrasos, los "yo no puedo", "yo no sé", "yo no me atrevo". El tiempo pasa y mis lectores con sus críticas a mis anteriores libros me demuestran que quieren continuar leyendo lo que escribo.
Y ya veis, también con el blog llevaba mucho retraso; hoy le he hecho un "lavado de cara" y he aprovechado para escribiros estas líneas. Sé que no es mucho, que todavía me cuesta ponerme delante del teclado a escribir cualquier cosa, que este año ha sido de más lectura que escritura, que mi necesidad de aprender nunca se sacia del todo y siempre acabo con un libro entre las manos, buscando inspiración o ganas o deseo de teclear.
Y después de veinte años todo debería ser mucho más fácil, ¿no? Pues no necesariamente; el panorama literario-editorial está que arde, las dudas me asaltan día sí, día también; me pregunto hora tras hora si al otro lado hay alguien interesado en leer lo que escribo. Pero al fin y al cabo, para eso estoy aquí: para escribir y compartir con vosotros mis paranoias, lo bueno y lo malo, alegrías y penas que nos acompañan en el día a día.
Pronto más novedades.
Besos.